Capítulo 2
Admiración al vapor
Finalmente había dejado de contar los días, solamente miraba.
Miraba fuera de la caja a través de la película de plástico que la conectaba con el exterior, a las personas que pasaban por al tienda observando la mercancía, a veces se llevaban algo, a veces no, pero no a ella.
Apenas la miraban y era casi imposible que alguien tomara la caja para examinarla un poco más de cerca. Solo contemplaba como llegaban montones de cajas de vez en vez llenas de carros y trenes y locomotoras nuevas.
Locomotoras. Desde la primera vez que vio una, comprendió a que se referían los humanos que paseaban por la tienda cuando utilizaban el término “perfección”. Miraba los trenes eléctricos, los de Diesel, hasta los más modernos monorrieles, pero no los encontraba particularmente atractivos. Pero en cuanto sus ojos alcanzaron a ver una enorme caja que contenía una reluciente locomotora roja y negra, supo que algún día debía correr enganchada a una como esa, especialmente cuando sufrió en silencio la rápida compra que tuvo. Las locomotoras de vapor se vendían casi tan pronto como llegaban ante los ojos de un carrito azul notado solo por algunos clientes.
Y finalmente el carrito azul se convenció de que ninguno de esos clientes la preferiría de una locomotora, ni de un eléctrico o de diesel ni de un carrito de servicio, ni siquiera de un carro de carga. Tampoco sabía que clase de vagón era, lo único que tenía claro era que no era uno atractivo, al parecer era el carro más inútil y feo que se hubiera creado.
Soñaba entonces con ser una hermosa locomotora, o al menos correr enganchada a una, pero al despertar solo encontraba las cuatro estrechas paredes que formaban su empaque cada mañana, hasta ese momento.
Parpadeó con fuerza varias veces, no podía dar crédito a sus ojos, pensaba que se había quedado dormida sin darse cuenta, no podía ser posible que junto a ella estuviera inclinada una locomotora mirándola con algo de preocupación, debía ser un sueño.
Y el mejor sueño de todos porque además era la locomotora más bella que hubiera visto jamás. Combinaba armoniosamente los colores del otoño: amarillo, rojo, naranja, café y poseía la mirada más bondadosa que la de todos los padres que llevaban a sus hijos a la tienda para regalarles un tren.
-¿No te han hecho daño?- preguntó la locomotora una vez más, al tomar la temblorosa mano del carrito y ayudarla a levantarse de un tirón.
-No me pasó nada, gracias…- contestó Pluma evitando mirarlo, sentía que su fascinación había sido demasiado obvia momentos atrás.
-Discúlpalos, tienen un trato pesado, pero no son malos.- la locomotora sonreía con familiaridad, y los cuatro carros que le habían dado “la bienvenida” trataban de huir disimuladamente.
-¡Ustedes!- se escuchó de nuevo la voz rasposa e imperativa, los huidizos carros se detuvieron en un movimiento seco y el carrito azul no pudo evitar una expresión de sorpresa al percatarse de que el dueño era nada más y nada menos que otra locomotora. Aunque notoriamente de un modelo muy antiguo y con la marca de los años encima de su pintura café, era otra máquina de vapor como las que Pluma tanto admiraba desde siempre.
-Le dieron la “bienvenida” pero no se han presentado, ¿cierto?-
Las mercancías agacharon la cabeza y arrastraron los pies hasta formar una fila horizontal frente a la nueva, finalmente se cuadraron para presentarse.
-Rocky 1- exclamó el rojo con seriedad
-Rocky 2- continuó el verde
-Rocky 3- los siguió el azul, antes de dar un salto y una mecánica reverencia.
-Yo soy Tabicón- completó el vagón café con indiferencia –no te quejarás, Pluma no suena tan horrible…
El vagoncito azul sonrió, entendiendo la broma con la que el carguero café le había descubierto un nombre.
-¿Y tú qué? ¬¬- preguntó Tabicón tajantemente mirando a Tizne, que se había quedado a un lado de Pluma y solo miraba a la nada un tanto disperso.
-¿Qué? ¿Yo? ¡Ah!- reaccionó con un sonrojo y cuadrándose torpemente –Me llamo Tizne, mucho gusto.- se presentó finalmente con una sonrisa apenada.
-A mi simplemente me llaman Jefe.- se presentó la locomotora mayor con amabilidad.
-Y yo soy…
>SSSCRRRRIIIIIICCCCCHHHH!!!!<
La joven locomotora estuvo a punto de decir su nombre, pero fue interrumpida por el sonido de un derrapón que hizo voltear a todos y fijar su atención en un vagoncito pequeño, apenas unos centímetros mayor a Pluma pero de color rojo intenso, que con toda la calma del mundo caminaba hacia ellos, deteniéndose al mirar a una desconocida y mirándola con legítima curiosidad.
-¿En dónde estabas?- pregunto el Jefe con autoridad.
-Por ahí.- respondió el carrito rojo sin apartarle la vista de encima a Pluma, que comenzó a sentirse incómoda.
-Ella es Pluma, preséntate al menos.-
-Con que Pluma… yo soy el Cabús Rojo.- dijo el rojo con desenfado, sonriendo con algo de burla -¿Qué haces con nosotros los de carga? ¿No eres un carro de servicio?
-En realidad no lo sé…- respondió la chica bajando la mirada con tristeza.
-Bueno, ¿y quién dice que todos los carros de carga deben ser hombres?- interrumpió la joven locomotora, poniéndose entre Pluma y el Cabús y mirándola con una sonrisa.
-Mi nombre es Ferro.
“Hasta el nombre es bonito.” Pensó Pluma con ilusión… si estaba ahí… tendría la oportunidad de correr enganchada a él. Su gran sueño de correr enganchada a una locomotora, se sentía tan cerca que podría tocarlo.
-¡Cabús fue el que se levantó temprano! ¡Sobre él!- gritó el Rocky 1, y armando un gran escpandalo todos los demás vagones se lanzaron a desquitarse de haberse levantado temprano.
-¿Lo ves? Solo juegan.- dijo Ferro mirándolos correr tras el carrito rojo, divertido.
-Sí, eso veo…- susurró Pluma intentando sonreír. Comenzaba a comprender su nuevo hogar.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
En estos dós capítulos me quedan en claro dos cosas: a)las mercancías (se me pegó el término de StEx España y me parece un muy buen sinónimo para echarle mano) son un completo desgarriate excepto Tizne, y b)Ferro es cute.
Hace unas noches en una larga desvelada por messenger, salieron cosas muy útiles. La más importante es que por fin descubrimos qué es Pluma, pero no se los puedo decir aún, y la otra cosa es que tal vez incluya a un olvidado personaje (mucho más olvidado que el Cabús Rojo, sin el que no coincibo StEx y estuvo presente desde el principio de esta idea) a quien algunos conocerán, otros no: Belle, el carro dormitorio. Le encontré incluso un nombre en español: "Meme", por la expresión mexicana de "hacer la meme" que no significa más que dormir.
Fin del choro mareador, no se quejarán, los Reyes Magos les han traído un nuevo capítulo, totalmente en el ambiente de los trenes de juguete y que este muscal fue un regalo de Webber para su hijo jejeje.
martes, 6 de enero de 2009
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