Capítulo 1
Bienvenida
-¿Dónde estoy?
Un carrito azul abrió los ojos tratando de acostumbrándose a la oscuridad, había escuchado una voz.
-¿Nuevo miembro? ¿Seré yo?
Shhhhh… ¡Es muy temprano, dejen dormir!
-O.O Pe-perdón...- respondió a la otra voz en la oscuridad, se había escuchado más cerca.
-Ignóralo, se queja de todo.- se disculpó una voz amable
-Cállate, Tizne.-
-¿No escucharon a Control? Es nuevo, debemos recibirlo.
-¡Pero es muy temprano!- corearon tres voces con armónica exactitud.
-Si quieren dormir, puedo esperar.- entre las sombras distinguía ahora siluetas recostadas, otros carros. ¿Los carros de carga? ¿No podían levantarse sin una locomotora?
-Pero Control dijo que…
-¡Pero queremos dormir! Te vas a quedar, ¿no?
-Sí.- respondió bajito y con pena. Al parecer solo querían dormir.
-Entonces habrá tiempo.
La luz entró por una rendija, y de pronto los iluminó a todos. Se habían quedado sin techo.
-¿Quién salió tempranoooo?- se quejaron cuatro voces.
Nadie contestó.
Así que entre quejas, murmullos y crujidos del metal, los carros de carga se levantaron y finalmente se fijaron en el nuevo. Un carrito turquesa pequeño, con los bordes un poco redondeados… ¿curveados?
-¡Eres una chica!- exclamaron todos con sorpresa.
-Puessss… sí, ¿qué tiene de malo?- preguntó mirándolos a todos y respondiéndose a ella misma mentalmente: todos los carros que la rodeaban y la miraban con curiosidad eran hombres, y era obvio que tenían por lo menos el doble de capacidad que ella.
Tres carros idénticos en tamaño y forma uno rojo, uno verde y uno azul; un carro café más o menos de su tamaño, superándolo solo por un enorme ladrillo sobre su cabeza y en anchura; y un enorme furgón metálico.
-¿Y qué se supone que eres?- preguntó extrañado el carro café, acercándose para inspeccionarla mejor.
-Pues… soy solo un carro de carga ligera, creo. Me pusieron con ustedes, los de carga, ¿no?- se sentía realmente apenada –Pero me parece que mi capacidad es mucho menor que la de ustedes.
-No hay nada de malo en ser de carga, al contrario.- la nueva descubrió que la voz amable de la oscuridad le pertenecía a su compañero de mayor tamaño.
-Aunque no le veo mucho mérito a tener poca capacidad.- dijo burlonamente el carro café, aunque la vergüenza de el carrito azul fue menor porque ella misma miraba con curiosidad el tabique sobre el armatoste que no dejaba de dar vueltas a su alrededor.
-No puedo correr sola y ni siquiera puedo cargar mucho, creo que tienes razón soy solo un estorbo.
-No digas es…
-¿Cómo te llamas?- preguntó con curiosidad el vagón verde interrumpiendo al metálico e interponiéndose evitando que se acercara.
-¿Cómo-me-llamo?- repitió la pregunta ella –Ahora que lo mencionas, no lo sé, nadie me ha puesto un nombre.
-¡PLUMA!- exclamó el carro café deteniéndose detrás de ella y señalando su cintura –Mira, lo dice ahí. Muy apropiado, ¿no? Seguro es lo único que puedes cargar: suavecitas y ligeras plumas.
Los trillizos rieron.
-Es verdad, no eres más que un estorbo.- dijo el azul acercándose.
-¿De carga ligera? ¡Preferiría ser de servicio!- el verde lo siguió.
De pronto, Pluma se encontró en medio de cuatro carros que la empujaban de un lado para otro.
-¡Estorbosa! ¡Estorbosa! ¿Para qué te han traído aquí?
-¡Nosotros somos…
-…lo mejor de lo mejor!
-¡Y tú una chatarra!
-¡Basta! ¡Déjenla en paz!
El mayor intentó detenerlos, pero la resistencia era más numerosa y en un instante los dos estaban en medio del círculo de empujones y burlas.
-¡Seguro!
-¡Le tienes empatía!
-¡Porque tú también eres bastante inútil y estorboso!
¡ES-TOR-BOS! ¡ES-TOR-BOS! ¡ES-TOR-BOS!
-¿Qué sucede aquí?
-¡Es el jefe!
-¡EST-uuuuy! O.O
Una voz rasposa y fuerte hizo que todos los cargueros se apartaran desordenadamente y los dos carros agredidos cayeron al suelo con gran estrépito.
-No pasa nada.- dijo el carro rojo desentendiéndose.
-Sólo le dábamos la bienvenida a la nueva.- corroboró el verde.
-¡Y Tizne se solidarizó con ella!- completó el azul sin el menor arrepentimiento.
Al parecer “Tizne” era el nombre del vagón metálico, que inmediatamente se levantó apenado.
-Yo… yo… intenté detenerlos…- se disculpó antes de voltear y mirar a Pluma, que aún estaba en el suelo, sollozando.
-Qué vergüenza, muchachos. Tardé en venir para ver como recibían a la nueva, y miren lo que han hecho.
-¿Te lastimaron?
Pluma se quedó inmóvil un segundo. Escuchaba junto a ella una voz nueva, la voz más suave, amable y bella que hubiera escuchado en su vida. Cerró los ojos con fuerza, no quería que el dueño de esa voz la viera llorar.
-No, estoy bien…- susurra mientras se limpia las lágrimas antes de voltear, solo para encontrarse inclinado junto a ella…
-¡Una locomotora!
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
He jugado un poco con el título, ¿se esperaban que el nuevo carrito fuera una ella? Pobrecita, la han puesto en medio de todos esos carros de carga que se llevan tan pesado u.u
viernes, 26 de diciembre de 2008
Una pluma fiel al riel Prólogo
Prólogo.
-¡Mira, mamá! Este me gusta.
-Pero si solo es una caja olvidada, mírala, esta golpeada y llena de polvo.
-Pero me gusta, fíjate, es un carro bonito. Es azul y…
-Pero ni siquiera dice que clase de carro es. Por aquí hay furgones, locomotoras… ese es solo un carro suelto y sin ningún objetivo.
El niño hizo un puchero abrazando la maltrecha caja.
-¡Todos los carros tienen un objetivo en mi cuarto, mamá!- replicó ofendido.
La madre suspiró resignada.
-Bien, pero no quiero que lo dejes botado por ahí.
Antes de que su madre se arrepintiera, el pequeño corrió a la caja registradora aferrado al empaque.
Y esa noche, el carrito estaba desempacado, y como ya había llegado la hora de dormir, solo pudo dejar el nuevo juguete junto a los demás.
-Control. Aquí control. Tenemos un nuevo miembro, estará con los carros de carga, así que trátenlo bien. Buenas noches a todos…
-¡Mira, mamá! Este me gusta.
-Pero si solo es una caja olvidada, mírala, esta golpeada y llena de polvo.
-Pero me gusta, fíjate, es un carro bonito. Es azul y…
-Pero ni siquiera dice que clase de carro es. Por aquí hay furgones, locomotoras… ese es solo un carro suelto y sin ningún objetivo.
El niño hizo un puchero abrazando la maltrecha caja.
-¡Todos los carros tienen un objetivo en mi cuarto, mamá!- replicó ofendido.
La madre suspiró resignada.
-Bien, pero no quiero que lo dejes botado por ahí.
Antes de que su madre se arrepintiera, el pequeño corrió a la caja registradora aferrado al empaque.
Y esa noche, el carrito estaba desempacado, y como ya había llegado la hora de dormir, solo pudo dejar el nuevo juguete junto a los demás.
-Control. Aquí control. Tenemos un nuevo miembro, estará con los carros de carga, así que trátenlo bien. Buenas noches a todos…
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