Prólogo.
-¡Mira, mamá! Este me gusta.
-Pero si solo es una caja olvidada, mírala, esta golpeada y llena de polvo.
-Pero me gusta, fíjate, es un carro bonito. Es azul y…
-Pero ni siquiera dice que clase de carro es. Por aquí hay furgones, locomotoras… ese es solo un carro suelto y sin ningún objetivo.
El niño hizo un puchero abrazando la maltrecha caja.
-¡Todos los carros tienen un objetivo en mi cuarto, mamá!- replicó ofendido.
La madre suspiró resignada.
-Bien, pero no quiero que lo dejes botado por ahí.
Antes de que su madre se arrepintiera, el pequeño corrió a la caja registradora aferrado al empaque.
Y esa noche, el carrito estaba desempacado, y como ya había llegado la hora de dormir, solo pudo dejar el nuevo juguete junto a los demás.
-Control. Aquí control. Tenemos un nuevo miembro, estará con los carros de carga, así que trátenlo bien. Buenas noches a todos…
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