miércoles, 22 de abril de 2009

Una pluma fiel al riel 3

Capítulo 3
El valor de una pista

El Cabús Rojo estaba tirado en el suelo después de recibir todo el peso de los “jueguitos” de las demás mercancías que se desentendían de él al ser alcanzados por las dos locomotoras y su nueva compañera.

-Creo que nunca los haré enojar…- dijo Pluma preocupada.
-No te preocupes, si se portan mal contigo solo debes decirme a mi o al Jefe.- sonrió Ferro tomando su mano por un momento.
Pluma sintió que empezaba a sonrojarse así que crrió hacia el carro rojo.
-¿Estás bien?- preguntó inclinándose.

-Claro, no necesito la ayuda de un carro de carga de poca monta.- respondió el Cabús levantándose de un salto.
-Bueno, yo solo…-
-¡Sí! ¡Finalmente llegó alguien más inútil que tú!- interrumpió Tabicón recibiendo una mirada de odio por parte del vagón rojo que sin pensarlo se lanzó sobre él.

-¡BUENO, YA!!! ¡DEJEN DE HACER SENTR MAL A PLUMA!

Un imperativo regaño del Jefe hizo que todos se quedaran estáticos y miraran a la chica, que con la mirada baja trataba de evitar que un par de lágrimas salieran de sus ojos.
-Sólo soy un carrito, y ni siquiera sé de que tipo, pero no parezco uno bueno. ¡Todos ustedes sí son buenos! ¿Qué hago yo aquí?- sollozó.

Los furgones sintieron una punzada de culpa al mirar al carrito azul en ese estado.

-¡No les hagas caso! ¡Ya no llores!- exclamó Tizne acercándose preocupado.
Las locomotoras se acercaron también.

-Que estés aquí es decisión de Control, es tu deber dar lo mejor de ti ahora y demostrar quién eres.- le dijo el Jefe con seriedad.

-¿Control?- Pluma no tuvo tiempo de preguntarse quién era el tal Control ni porque era tan importante porque Ferro volvió a tomar su mano.
-¡Vamos, anímate!- dijo radiante la joven locomotora.

Pluma se limpió las lágrimas con la mano libre y sonrió ampliamente –Gracias, Ferro. Gracias, Tizne.
La enorme tolva no pudo evitar bajar la mirada, apenado.

-No quiero que vuelvan a tratarla así, ¿me oyen?- ordenó el Jefe –Saben bien que no somos muy bien aceptados por los demás, lo que menos necesitamos es despreciarnos entre nosotros.

Todos asintieron con firmeza.

-Dime, Pluma…- continuó el Jefe dirigiéndose al vagoncito azul -…¿realmente no te enorgulleces de lo que eres?
-¡Pero si ni siquiera sé qué soy!- replicó con tristeza.
- Eres nueva aquí, descubrirás quien eres con tiempo y esfuerzo.- el Jefe la había tomado por los hombros –Ninguno de ellos era lo que ahora cuando llegaron.

-Claro que algunos no se superaron mucho.- se burló Tabicón -¿Verdad, Tizne? ¿Verdad, Cabús?
-Yo ya no los escuchooooooo…- se oyó el Cabús a lo lejos que había aprovechado la atención hacia la nueva para escabullirse.
-¿Qué es lo que acabo de decir?- exclamó el Jefe. El aludido se disculpó a la fuerza bajo la mirada acusadora de todos. -Escúchame, Pluma. Si quieres superarte tendrás que dedicarte a ello, ¿Estás dispuesta?

Pluma duda un momento, pero al ver que ahora todos la miraban con grandes expectativas supo que no debía defraudarlos.
-¡Sí! ¡Lo haré!- dijo con determinación.
-Ven conmigo.- le indicó la vieja locomotora avanzando, todos lo siguieron hasta un pequeño circuito de vías férreas.

El vagoncito miró sorprendida la pista, ¿el Jefe no esperaría qué…
-Bien Pluma, tu primer objetivo es dominar esa pista.- dijo el Jefe señalándola.

-¿QUÉEEEEE?- exclamaron todos en coro.
-¿Algún problema?- la locomotora miró desafiante al carrito azul.
Los demás furgones se miraron unos a otros confundidos, el Jefe nunca les había pedido algo así, en realidad no les parecía posible que…
-¡Pero Jefe! ¡Un carro no puede correr solo en las vías! ¡No sin un motor!- se adelantó a reclamar Pluma.
-¿No puedes? ¡Entonces resígnate!

Todos miraron a la vieja locomotora sin comprender que pretendía en un incómodo silencio.

-¡Vamos Pluma! ¡Inténtalo!- exclamó Ferro de pronto espabilando a todos.
-¡Sí!- dijo ella por fin -¡Empezaré ahora mismo!

Todos miraron atónitos que Pluma se dirigía al inicio del recorrido.

>CUAZ<

Y aún seguían mirando cuando el carrito cayó al suelo por enésima ocasión.

-Auuuu…- se lamentó en el suelo -…este sí me dolió.

Apenas y podía avanzar un par de pasos antes de caer de nuevo, finalmente los demás perdieron el interés y se fueron.

Pluma trataba de levantarse de nuevo cuando el Jefe se le acercó.

-Es suficiente por hoy, déjalo.
-Pero usted dijo que…
-He dicho suficiente.

Ella se rindió sin pensarlo mucho y recibió la mano del Jefe que le ofrecía ayuda para ponerse en pie, se sentía fatal.

Al llegar a la caja de las mercancías encontró que ya estaban todos dormidos, decidió imitarlos peor no pudo conciliar el sueño, no dejaba de pensar en la pista.
-¿Qué hago aquí?- pregunto poniéndose en pie y saliendo de nuevo.

Un rato después…

>¡RE-CUAZ!<

-¡Maldita curva! ¡NO PUEDO!- el carrito azul mira furiosa la curva que acababa de hacerla caer, por más que se esforzaba era lo más lejos que había podido llegar, sólo a la primera curva –No puedo…- sollozó sentada en el suelo.

-Me Temo que es imposible.
-¡Ferro!- Pluma volteó sorprendida al escuchar la voz de la locomotora que la miraba con preocupación.
-¿Estás bien? Te has caído muchas veces.- preguntó arrodillándose junto a ella.
-Sí, estoy bien.- respondió apenada bajando la mirada.

-No sé que pretende el Jefe, un carro no puede correr solo en vías, y menos si el camino tiene curvas.- continuó ferro tratando de no herir al carrito que ahora veía tan triste. -¿Pero sabes? Aún enganchada podrías caerte si lo haces así. ¡Ven, engánchate!

Pluma miró incrédula a Ferro que se había levantado y le extendía la mano con una sonrisa. Se limpió las lágrimas y se levantó, sintiendo como temblaba de emoción al engancharse por primera vez a una locomotora, lo olvidó todo, era lo que había soñado siempre y decidió aprovecharlo al máximo.

Ferro comenzó a correr despacio por la pista, Pluma se sintió más feliz que nunca, y le costó trabajo escuchar las indicaciones que su guía comenzó a darle.

–Fíjate bien, aún cuando el motor que et jale sea muy poderoso no debes estorbarle, especialmente si el recorrido es difícil.- decía Ferro con entusiasmo - Si en una curva sigues así de erguida pesarás mucho, debes inclinarte así, ¿comprendes?

El carrito miró atentamente el movimiento que la locomotora acababa de mostrarle, y lo imitó con cuidado.

-¡Justo así!- exclamó Ferro contento -¿Lista? ¡Ahí está la primera curva! ¡Uno, dos…

Pluma cerró los ojos al escuchar el “¡Tres!” e hizo el movimiento que acababa de aprender, con lo que cruzaron la curva a una velocidad impecable. Abrió los ojos al escuchar que Ferro la felicitaba y sonrió mas contenta que nunca.
-¡Muy bien! ¡Repitámoslo para que no se te olvide! Nos queda algo de tiempo.
-¿Tiempo?
-Sí, Control no debe encontrarnos despiertos, ¿no te lo dijeron?

Pluma negó con la cabeza, sintiéndose una completa novata.
-No te preocupes, te adaptarás pronto. ¡Te prometo que todos seremos grandes amigos de la pequeña Pluma!- dijo Ferro sonriendo amablemente.

Entre risas, Pluma y Ferro le dieron tres vueltas más a la pista antes de ir a dormir.

-¿Sabes, Pluma?- preguntó Ferro tomando la mano del vagoncito, que no dejaba de sonreír –Eres un carro muy útil, nunca me había sentido tan ligeor al correr jalando a alguien.
Ella lo miró con grandes ojos sorprendidos.
-Bueno, se acerca la carrera Panamericana y…- continuó Ferro con el mismo entusiasmo -…¡y creo que tú sería mi pareja perfecta! ¿Te gustaría?
-¿Yo?- soltó Pluma sin creérselo.
Ferro asintió con una gran sonrisa.
-¡Claro que sí!- respondió emocionada -¡Gracias, Ferro! ¡Seré la mejor para ti!

La joven locomotora rió ante el entusiasmo de su compañera, la tomó de la mano hasta llegar a su caja donde se despidió deseándole buenas noches.

Sin saber que todo el tiempo habían sido observados por la vieja locomotora, que ahora sonreía satisfecho.

La pista había funcionado.

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¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porquéeeeeee Ferro es tan cute????

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